Yo pregunto, ¿Dónde ha quedado ese amor posesivo?, el amor
posesivo de antaño, ese amor que hacia valido lanzar platos por los aires y la lucha
libre de parejas. No es que sea bueno, y
varios pensaran hoy en día que eso no es amor; ¿Quién sabe?, hoy todo parece tan apático y
tranquilo que incluso puede que lo que necesitemos sea una buena lucha de amor
desenfrenado. Ya sabes, de esas que tenían las personas en las películas de los
ochentas. Casi puedo recordar a Woody Allen en blanco y negro huyendo de
objetos arrojados por una dama furiosa.
Sea el caso que esos amores ya no existan más o que soy el único que no los tiene o que realmente
no existen fuera de las películas; pero me hacen falta y a mucha gente también.
Somos demasiado normales o demasiado extraños en nuestra introversión y no lo
soporto.
Y luego, otros tantos que pareciera que viven de su sufrir y
resultan ser charlatanes, estafadores de pueblo que engrandecen sus problemas
para hacerlos parecer interesantes, para reanimar las relaciones amorosas; no
son más que pendejadas, aburridas y corrientes.
Quiero problemas de los de antes; ¡me engañó con mi mejor amigo!, ¡se acostó
con mi padre, se hizo lesbiana y besó a mi madre!, Y no esto, “publicó un estado en Facebook que no me gustó”
(pujido de bisonte).
Ahí, sentado con la cara de aburrido, todo el día hablando
de los deberes y las obligaciones. Dios te hubiera dado una corneta por boca y
unas canicas por ojos; dejarías de gemir
y no desperdiciarías tu visión.
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