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24 ago 2012

Me han pedido un resumen.


Soy psicólogo... cineasta, filosofo, ingeniero, escritor, periodista, agente secreto, entre otras. No espero a tener titulo para poder ostentarme como tal, porque mis habilidades jamás han dependido de un pedazo de papel; a pesar de lo que digan mucho otros. Pero eso no es lo que me trae escribiendo esta vez.

En el lugar donde estudio, me han pedido un resumen, no solo un resumen, sino un  resumen donde se te pide punto por punto que es lo que has de hacer, que ideas poner, y básicamente que pensar sobre el texto.

Estos últimos días, estoy intolerante a la mala educación, a los métodos militarizados, y a los conceptos estandarizados, así pues, me he dedicado a cambiar todo lo que pueda y a quejarme el resto del tiempo. 

Con estas ideas en mente, me dije a mi mismo; " a la mierda el resumen, has un dibujo". Lo hice. Aquello no era una obra de arte, era un fragmento del pene de dios, era la vagina de la virgen empapada en fluidos sexuales; Aquello era un orgasmo del universo. El simbolismo era excelente, el trazo delicioso y los colores latentes.

Camino hasta el escritorio de la maestra, le entrego la carpeta con aquel contenido divino. Me mira, la miro, frunce el ceño, frunzo el ceño, me dice: "NO".

No aceptó mi dibujo. Tuve que trabajar en su estúpido resumen.



No conforme no aceptar mi dibujo como trabajo valido, la estúpida empatía de la maestra hizo que pusiera una nota, con lapicero rojo, sobre mi obra de arte. Una nota que rezaba más o menos así. 

Me ha gustado el simbolismo.
Guárdalo,
te puede servir en algún momento.

Como si en este momento mi dibujo no sirviera para una mierda, como si el arte y el conocimiento fueran valores que se desconocen en todo momento, como si necesitara valorar mi dibujo en la escala del 1 al 10 para saber que tanto sirve.

Después de ver aquellas horribles palabras sobre mi arte, no tuve más opción que sacrificarla en una ceremonia digna. Quemándolo. Lo siento, era como ver a un caballo con las cuatro patas rotas. No podía verle sufrir.

Lo único que sé, es que pase lo que pase, mi maestra debe morir agusanada. 

Después me aclaró: "Hay momento para todo".

 No sabía que había un momento especifico para aprender, y mucho menos que ese momento lo eligiera ella.



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