Ten cuidado con lo que buscas, puede que lo encuentres. Es
una vieja advertencia que tiene mucho de verdad.
El humano, en su afán de encontrar “la razón”, LA RAZON con mayúsculas;
esa causa de todo, el origen, el alfa, la fuente, la matrix, la explicación, la
raíz, dios. Se ha estructurado como un
ser, a mi parecer, estúpido de manera profunda, idiota hasta el tuétano, imbécil
de afición, paupérrimo sin remedio, palurdo apasionado, pendejo de pendejos, estúpido
entre estúpidos, cabrón verdadero de cabrón verdadero, abortado no pensado.
Veneramos en exceso a esas personitas odiosas que saben hacer
matemáticas, que tienen argumentos inteligentes y que creen que se puede debatir
sobre temas como el amor, el arte, el pensamiento. Que creen que existe un
origen y que la respuesta cuerda, pensada y analítica ha de ser la mejor “calificada”.
Que el humano puede ser medido por sus faltas a la cordura y sus juegos con la
incongruencia. Que siempre hay respuesta correcta y que todo está al alcance de
la inteligencia.
Es fácil caer en el juego de la razón, creer que ella nos
llevara por caminos seguros y exitosos. Es un engaño.
El humano si bien tiene una habilidad racional sobresaliente
que le asegura su aliciente; en otros aspectos es una limitante burda y de
introvertidos, de tímidos a la vida, temerosos de afrontar el azar, faltos de
vitalidad, aburridos, cegados por lo común y simplón, por lo fácil y
utilitario, lo comerciable, intercambiable, tangible, superficial, perecedero y
consumible, por la comida chatarra y objetos inútilmente visibles.
La racionalidad es solamente la herramienta que el cerebro
nos brinda para conseguir lo vital e indispensable.
Aquello que es trascendente,
lo incierto, significativo y que pertenece a un ámbito mágico, de orden simbólico,
de plano extracorpóreo; no está al alcance de la razón, de la lógica. Esta
fuera de ser cualquier bien de consumo, es indiferente al trabajo, a tu cartera, a tu conocimiento, a tus
experiencias, es incognoscible para cualquier científico, mago, sacerdote, psicólogo,
medico, boticario, chaman, sabio, está lejos del mismo individuo.
Tengo un ejemplo que me gusta dar.
“Si estuviera en un terremoto y un edificio cayera sobre la
persona que amo. Sin importar qué, yo solo podría estar en un lugar. Estaría deteniendo el edificio” Y estoy
seguro de que tú, que lees esto, harías lo mismo por un ser querido. (Si no lo harías
lárgate de aquí perdedor)
Es un claro ejemplo, de que en momentos críticos la racionalidad
no estará en control de tu cuerpo. Una maquina por otro lado, no lo intentaría,
no vería objeto en tratar de detener ese edificio. Maquinas que incapaces de
sentir y estar dotadas con la básica del procedimiento racional, actúan de
maneras pobres. Cabe mencionar porqué el humano solo fue capaz de dotarlas con
este tipo de funcionamiento; simplemente por ser la más fácil de engendrar, por
ser sencilla, simplona, burda y manejable.
Es entonces cuando concluyo que aquello que nos hace humanos es la búsqueda de lo incomprensible, de la lucha por lo imposible, el nado a
contracorriente y la voluntad inamovible.
Que mayores despertares ha tenido la humanidad que cuando un
loco ha buscado lo imposible. Cuando alguien dijo que podía inventar formas de
ir al espacio, que podía crear esculturas del tamaño de una montaña, que
conquistar el mundo era su misión, que se alguien se presentó como hijo de
dios.
El humano es humano por un motivo incognoscible.
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