Ya me he visto múltiples veces desprendido de mi familia.
Algunas veces por el peso de mi propia mano y otras porque la separación es
simplemente lo más sano.
He recorrido este mundo de manera muy breve. Creo que aun después de mil años, sabría poco.
¿Cómo es que fui empujado a este lugar?, ¿con que causa o motivo?.
He tenido muchas familias y las mismas que he perdido. En
algún momento pensé que no las necesitaba más, pero con cada nueva llega la
esperanza de que esta sea la definitiva. Encontrar el lugar en donde por fin
pueda estar sin ser criticado; deslizándome hacia la dulce nada. Confiándome en
las personas de mi lado.
Mi padre jamás fue realmente un padre, y con las múltiples
fracturas que puede dejar una familia que poco se aproxima a la unidad, siempre
trato de rearmar el rompecabezas que resulta mi vida.
Creyendo que a la vuelta de la esquina por fin encontrare
esa pieza que falta, el marco que me indique los márgenes, los límites de aquello
que pretendo armar.
En la búsqueda interminable he encontrado a mis amigos.
Amigos con los cuales formé un grupo y del cual omitiré su nombre porque el
solo hecho de nombrarlo me causa la terrible sensación del inminente
final. Un final que deja ver su hilo terminal
en esos detalles incompatibles, pequeños elementos que están creados para no
encajar por ningún motivo. Mis amigos y yo hacemos caso omiso de nuestras
aristas incompatibles. Estamos deseosos de encontrar en nosotros mismos esa
familia. Al menos yo lo estoy.
Cuando considero que ellos están años luz delante de mí en
la conformación familiar; me da miedo. Sé que quedare fuera de ese lugar que
ellos poco a poco van llenando. Mientras yo, vanamente, estúpidamente y como
ciego en búsqueda de luz, me he quedado con intentos de caminos equivocados,
hojas viejas y anotaciones pretenciosas.
Sé que habló por la herida cuando remarco los errores de los
demás; tratando de crear rupturas donde pueda caber mi triste persona. ¡Que
terrible campaña la mía¡. A falta de
palabras sabias a mi lengua acuden insultos vehementes que disfrazo de
argumentos inteligentes. ¿De dónde
provienen estas lenguas?. Con mucha
seguridad afirmo que tengo al diablo por mente.
Una tarde mientras tomábamos cerveza, amigos, el diablo y
yo; la luz del atardecer se filtró por una ventana y su calor golpeo mi brazo y mi corazón. Me sentí feliz. Una
extraña sensación inundó mi cuerpo y solo podía pensar en besar a la gente a mí
alrededor. Un trago de cerveza después me tuve que privar de aquel
sentimiento. ¿Cómo podría yo estar feliz?; no me lo merezco. Alguien puede hacerte daño durante esos
momentos; me dije para mí. El resto del tiempo solo quiero prenderles fuego.
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