No es raro que te encuentre en mis cuentos, en las historias
que invento donde, claro está, siempre estarás como un personaje; presente
incluso por tu ausencia. No hay manera alguna de que me libere de ti, crecimos
juntos y el muro que debí construir entre tú y yo preferí dejarlo como una mampara de papel donde me gusta observar
tus sombras, tus figuras, tus movimientos. Me pierdo tus ojos y tu tacto pero
realmente no podría permanecer cuerdo si estuvieran.
Y entonces escribí un cuento, tú estabas ahí y yo también.
Desarrolle la historia y tiempo después vi
la foto que tomaste, ¡estabas dentro de mi escrito¡. ¿Cómo es posible?, estoy
seguro que yo lo escribí, estoy seguro que no te lo conté y que no lo leíste porque
no te importa más lo que escribo.
¿Cómo llegaste ahí?.
Ya no distingo muy bien lo que invento de lo que vivo, y
contigo no sé más si te conozco porque nos encontramos o nos encontramos porque
ya te conocía. Todo se transforma en un extraño juego de palabras y
posiblemente solo escribo lo que tú haces mas no haces lo que yo escribo.
No podría ser coincidencia, es demasiado preciso para ser un
azar.
Jodidas musas; nos ofrecen tanto y dan tan poco. Inventamos
lo que no nos dan por supuesto, pero poco sabe a lo que nos prometen. ¿Qué es
la poesía comparada con el tacto de la persona que amamos?, ¿Qué es la música comparada
con la voz de quien deseamos?, ¿Qué es la ciencia comparada con las delicadas torpezas
de la belleza?.
Enamórate una vez y no hay dios que salve, escudo que
proteja o condón que no embarace.
La belleza gusta de pasearse ante la desgracia del
desgraciado.
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