Jose, sin acento.

Señora mía, o señorita mía; ya ve que no importa el título, dado que las reglas nos comentan son las “usuales”, pos nomas no atinamos.  A veces las hacemos al revés o simplemente las exceptuamos.

Aquí escribiéndole, lo que como siempre, no le digo.  Con algunos alcoholes que me tomé a escondidas, pero finalmente en su honor. ¿Que sería de mí, un pobre infante inmaduro, si no tuviera por quien brindar en soledad?.

No es que juegue a las escondidas, no es que no quiera buscarle. Pero ¿para qué?, si usted no me quiere ni ver. Yo solo trato de causarle los menos infortunios posibles. Y últimamente pareciera que siempre que la topo le genero una buena cantidad. Pero a grandes rasgo ya sabrá lo poco refinado que soy para estos asuntos del amor.

El motivo de esta carta, que si bien ni siquiera la dirijo a usted pero esperó que algún día la lea, es preguntarle, ¿Cómo se juega su juego?, porque ahora que he decidido a bien quererle, usted parece alejarse y ni sus luces. Yo que soy muy macho, pos pa que la busco, si no quiero el descolón diario que ya de por si me ofrecen todos cuanto me conocen. Es entonces que de a poco me refugio detrás de las letras con acento mexicano.

Si usted no me dice que sucede, yo pienso que cuanto digo la cago más; que ya con mi silencio sé que la sigo pariendo mal, pero al menos, menos de lo que ya de por sí. Entonces, si me explique mal seguro la surro doble, pero si bien, solo la mitad. Haga favor de decirme que es lo que hago mal y le prometo que lo hago el doble porque no sé hacer otra cosa; pero al menos con buena intención de caerle bien.

Sin más verborrea, me despido, porque los alcoholes me caen en la pura gastritis y me duele que me muero. Quedo a su respuesta en algún futuro y si la vida se me va en ello; pues no me conteste y mejor dígame rápido que le busque en otro lado, porque no pienso andar tomando diario, ya sabe usted que la gastritis hace daño.

Sinceramente de uste, mientras la cosa dure:

Jose, sin acento.