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16 ago 2014

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Espero en la planta baja. Un documental  sobre Bruce Lee en la tv. Hablan sobre su vida, el lado familiar del hombre más duro del planeta, como si de una advertencia se tratara.

Escucho ruido en la parte superior, tus pies desnudos contra el suelo. Moviéndose apresuradamente. No sé si sabes lo que va a suceder o solo lo ignoras; pero estuve practicando mentalmente lo que tenía que decir. Practique en el espejo.  El espejo no contesta y no amo al espejo, en el espejo no veo tus ojos, pero veo los ojos que ven tus ojos. Me pregunto si estoy tomando la decisión correcta. ¿Habrá marcha atrás si me equivoco?.

Bajas y te veo, extiendes tu mano y yo la tomo, la sacudo estúpidamente como si solo nos fuésemos a saludar de mano, formal y distante. Me quiero quedar lejos de ti, no olerte, no verte, no besarte, no quererte. Diriges tu mejilla contra la mía y me besas. Mi cabeza no deja de censurar tus actos, mi corazón no hace más que acelerarse y recordarme lo mucho que quiere abrazarte y besarte toda la cara.

Ya en el auto, no espero y comienzo a decir lo que guardé desde días atrás. Estoy enojado y lo que parecen razones de peso después me parecerán estupideces banales. Ojala pudiera hablar con mi yo de tres horas en el futuro, saber lo mucho que me va a doler,  que me diga cuanto te voy a extrañar.  

No pienso ceder, tocaste una fibra demasiado sensible en mí. ¿Serán los recuerdos de mi familia?, la herencia cargada de rencor que vi en la figura de mi padre, las dificultades para defenderse de mi madre, mi impotencia ante la protección que debí ofrecer a mi hermana. ¿Qué cosa encendiste con tus palabras?, ¿Qué cosa?,  porque me siento enfadado e impotente.  No podre defenderme de ti si en un futuro vuelves a actuar de ciertas formas.  Te vi fuera de control y no puedo con eso. ¿Hasta dónde debemos llegar mi amor? ¿Deberíamos matarnos de amor?.  También lo sabes, Sabes que tenemos ese algo que solo conduce a los amantes a la destrucción.

No llegamos a ningún lugar, nos quedamos en un paradero a medias luces y extraña  gente pasando, insistentes en pedirnos limosa.  No ven que quien necesita ayuda soy yo, estoy a veinte minutos de perder a la persona que quiero, la única mujer con la que  me he preguntado si podría vivir. Odio ser tan dramático, pero no dejaban de pasar, ajenos a la batalla que se libraba en ese lugar.

Llega el momento definitivo. Y ahora que lo escribo, trato de gritarle al yo de la.  En este caso el escritor no logra cambiar el final de su historia, ni con mil libros, un millón de hojas o las enciclopedias del mundo,  el final de esta historia puede cambiar.

Me das la mano, con los ojos cristalinos por una lágrima que no te vas a permitir dejar correr, al menos no frente a mí. Nuevamente pienso que la despedida es simplemente con un apretón de manos, pero te diriges a mi mejilla y muestras de que estas hecha. Yo que no me puedo sostener en pie,  me rindo ante el aroma de tu cuello. Se me fractura el pecho. ¿Qué estoy haciendo?, me pregunto.  Insistes en irte sola.

Lo último que veo de ti, es tu espalda. Corres para cruzar la calle y perderte entre la multitud. Tu cabello se agita por última vez ante mis ojos y te veo desaparecer entre tantos cuerpos. ¿Cómo?,  dime, ¿Cómo te voy a encontrar de nuevo?.  Probablemente sea la última vez que vea y que vi, ese pelo infernalmente lacio, ese rostro insoportablemente pensativo, esos ojos infinitamente profundos y esas mejillas robustas que en algún momento colmé de besos.

Me quedo parado viendo el lugar por donde desapareciste.  ¡Corre detrás de ella!, ¡Corre¡. Pero el orgullo, que me enseñaste se encuentra en mis rodillas, no permite flexión alguna.

Subo a mi auto y manejo de regreso a la soledad que me acompañaba antes de conocerte. Casi olvidaba como se sentía estar solo y enojado, obligándome a distraerme en mis aburridas obsesiones.
Cuando llego a mi casa, mi mano que estrecho la tuya,  conserva tu aroma. Espero no desaparezca, la huelo hasta no reconocer tu aroma.


A pesar de lo mal que me siento, es preferible extrañarte que terminar odiándote.  Ambos podemos sobrevivir.  En algún futuro estaremos con otras personas, en el tiempo nos olvidaremos y con el viento caminaremos. Ya llegara el día en que recuerde con vergüenza esta y tantas cursilerías que solo a tu lado me parecen apropiadas. 

2 comentarios:

Hilario Esteban Lopez dijo...

Lindisimo relato
Me encanto
Saludos

Anónimo dijo...

Cuando uno ama se vuelve ridiculo, esta historia deberia estar en el libro de los amores ridiculos de milan kundera ♡