Espero en la planta baja. Un documental sobre Bruce Lee en la tv. Hablan sobre su
vida, el lado familiar del hombre más duro del planeta, como si de una
advertencia se tratara.
Escucho ruido en la parte superior, tus pies desnudos contra
el suelo. Moviéndose apresuradamente. No sé si sabes lo que va a suceder o solo
lo ignoras; pero estuve practicando mentalmente lo que tenía que decir.
Practique en el espejo. El espejo no
contesta y no amo al espejo, en el espejo no veo tus ojos, pero veo los ojos
que ven tus ojos. Me pregunto si estoy tomando la decisión correcta. ¿Habrá
marcha atrás si me equivoco?.
Bajas y te veo, extiendes tu mano y yo la tomo, la sacudo estúpidamente
como si solo nos fuésemos a saludar de mano, formal y distante. Me quiero
quedar lejos de ti, no olerte, no verte, no besarte, no quererte. Diriges tu
mejilla contra la mía y me besas. Mi cabeza no deja de censurar tus actos, mi corazón
no hace más que acelerarse y recordarme lo mucho que quiere abrazarte y besarte
toda la cara.
Ya en el auto, no espero y comienzo a decir lo que guardé
desde días atrás. Estoy enojado y lo que parecen razones de peso después me parecerán
estupideces banales. Ojala pudiera hablar con mi yo de tres horas en el futuro,
saber lo mucho que me va a doler, que me
diga cuanto te voy a extrañar.
No pienso ceder, tocaste una fibra demasiado sensible en mí.
¿Serán los recuerdos de mi familia?, la herencia cargada de rencor que vi en la
figura de mi padre, las dificultades para defenderse de mi madre, mi impotencia
ante la protección que debí ofrecer a mi hermana. ¿Qué cosa encendiste con tus
palabras?, ¿Qué cosa?, porque me siento
enfadado e impotente. No podre
defenderme de ti si en un futuro vuelves a actuar de ciertas formas. Te vi fuera de control y no puedo con eso. ¿Hasta
dónde debemos llegar mi amor? ¿Deberíamos matarnos de amor?. También lo sabes, Sabes que tenemos ese algo
que solo conduce a los amantes a la destrucción.
No llegamos a ningún lugar, nos quedamos en un paradero a
medias luces y extraña gente pasando,
insistentes en pedirnos limosa. No ven
que quien necesita ayuda soy yo, estoy a veinte minutos de perder a la persona
que quiero, la única mujer con la que me
he preguntado si podría vivir. Odio ser tan dramático, pero no dejaban de
pasar, ajenos a la batalla que se libraba en ese lugar.
Llega el momento definitivo. Y ahora que lo escribo, trato
de gritarle al yo de la. En este caso el
escritor no logra cambiar el final de su historia, ni con mil libros, un millón
de hojas o las enciclopedias del mundo, el final de esta historia puede cambiar.
Me das la mano, con los ojos cristalinos por una lágrima que
no te vas a permitir dejar correr, al menos no frente a mí. Nuevamente pienso
que la despedida es simplemente con un apretón de manos, pero te diriges a mi
mejilla y muestras de que estas hecha. Yo que no me puedo sostener en pie, me rindo ante el aroma de tu cuello. Se me
fractura el pecho. ¿Qué estoy haciendo?, me pregunto. Insistes en irte sola.
Lo último que veo de ti, es tu espalda. Corres para cruzar
la calle y perderte entre la multitud. Tu cabello se agita por última vez ante
mis ojos y te veo desaparecer entre tantos cuerpos. ¿Cómo?, dime, ¿Cómo te voy a encontrar de nuevo?. Probablemente sea la última vez que vea y que vi,
ese pelo infernalmente lacio, ese rostro insoportablemente pensativo, esos ojos
infinitamente profundos y esas mejillas robustas que en algún momento colmé de
besos.
Me quedo parado viendo el lugar por donde
desapareciste. ¡Corre detrás de ella!, ¡Corre¡.
Pero el orgullo, que me enseñaste se encuentra en mis rodillas, no permite flexión
alguna.
Subo a mi auto y manejo de regreso a la soledad que me
acompañaba antes de conocerte. Casi olvidaba como se sentía estar solo y
enojado, obligándome a distraerme en mis aburridas obsesiones.
Cuando llego a mi casa, mi mano que estrecho la tuya, conserva tu aroma. Espero no desaparezca, la
huelo hasta no reconocer tu aroma.
A pesar de lo mal que me siento, es preferible extrañarte
que terminar odiándote. Ambos podemos
sobrevivir. En algún futuro estaremos con
otras personas, en el tiempo nos olvidaremos y con el viento caminaremos. Ya llegara
el día en que recuerde con vergüenza esta y tantas cursilerías que solo a tu
lado me parecen apropiadas.
2 comentarios:
Lindisimo relato
Me encanto
Saludos
Cuando uno ama se vuelve ridiculo, esta historia deberia estar en el libro de los amores ridiculos de milan kundera ♡
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