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21 ene 2013

Primer día de clases


Mi primer día de clases comienza de una manera bastante similar a cualquier ciclo, de cualquier nivel educativo, de cualquier escuela, de cualquier lugar en los que he estado. Estudio psicología; una materia que se ha prestado al servicio del mejor postor con los postulados más llamativos para la época. Toca y resulta que uno de mis profesores comienza la clase con un discurso un tanto pesado, con tintes motivacionales, sin embargo rápidamente se convirtió en una extraña mezcla de llamado moral y juicio del adulto maduro-dedicado.

De entrada ya tengo algunos problemas con la intención que muchos psicólogos ponen en motivar; a mi parecer la motivación y su contraparte, cualquiera que sea, tienen funciones que no deberían ser desvaloradas e inyectadas con opiáceos sociales, como lo son este tipo de discursos. Por otro lado el profesor habló de ciertos conceptos que nos dicen todo y no dicen nada, de esos conceptos que es bueno usar en toda ocasión comprometedora y donde se quiere quedar cual erudito; fiestas navideñas, platicas motivacionales, ligues informales, exposiciones y fiestas infantiles.

En fin, no hubo manera de detener el soliloquio magistral a donde se arrastró al salón completo. Cual víctimas de un agujero negro, la gravedad nos tomó por cuello e hizo que explotaran nuestras entrañas, no de la manera "blow my mind" sino lo contrario "blow my ass".

El profesor utilizo ciertos términos como "solvencia moral", "profesionistas de excelencia", "compromiso con la carrera", "reconocimiento"... Entre otras; a las que prefiero hacer como aquel lugar de la mancha del que no me quiero acordar. Es en este punto donde entró en conflicto, porque son conceptos tan vagos que resultan imposibles de reconocer, imposibles de acceder. Hace suponer que quien escupe tales expresiones, no solo conoce y tiene la verdad, sino que es tan virtuoso, que las aplica a su vida. Pero hagamos una pausa, todos sabemos que esas palabras, tan llenas de vacuidad, no son otra cosa que la inmediata afirmación divina del parlante que hacen eco en:  "Yo soy así, soy genial, y tú debes ser como yo".

Ahora, yo sé lo que estas pensando "el discurso te pegó"; ¿sabes qué?, Lo hizo. Por la simple razón de que no creo tener , ni siquiera poder concebir en mi vida, tales conceptos como "Solvencia moral" o "congruencia". Así como también creo que la subjetividad esta inmiscuida en esas palabras, tanto, que a oídos ajenos pueden sonar a mil cosas distintas, pero jamás a lo que uno cree. Y estudiando psicología, escuchar tales verborreas me da un poco de pena.

El resto del día fue tranquilo :).

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