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15 oct 2012

La venida de la virgen.


Un día, la virgen, madre de dios, bajó del cielo y observó lo que hoy es el mundo. Sus pies desnudos flotaban sobre la superficie del asfalto y esto le desagradaba, pensó que no estaría completamente con sus hijos hasta que sus pies tocaran el suelo y compartiera un poco la sensación de caminar. Con esto en mente, gritó a Dios y le pidió que la dejara caminar. Dios lo hizo con gusto, y la virgen pudo caminar.

La virgen caminó por las calles del mundo, pero su divina ropa, tejida por ángeles, le hacían parecer una reina ostentosa y presuntuosa; y le desagradaba, porque la gente no la amaba por lo que era, sino por su apariencia. Esto hizo pensar a la virgen que no estaría cerca de sus hijos mientras la vieran solo con superficialidad. Con esto en mente, gritó a Dios y le pidió que le dejara vestirse.  Dios lo hizo y la virgen se vistió con pantalones de cuero y una blusa rota.

La virgen caminó por las calles del mundo y se encontró con personas hambrientas, pero su condición de divinidad no le dejaba sentir hambre; por lo tanto no pudo sentir lo que la gente con hambre sentía. A la virgen esto le desagradó y pensó que si no podía sentir hambre jamás podría amar realmente a sus hijos. Con esto en mente, la virgen gritó a Dios y le pidió que le dejara sentir hambre. Dios lo hizo con gusto y la virgen sintió mucha hambre.

La virgen caminó por las calles del mundo, sintiendo hambre y desprovista de dinero. Se situó entre los hambrientos y preguntó el cómo evadir la hambre, que oración implementar, como sobrellevar la necesidad. Una mujer de mallas atigradas, con un chicle en la boca y un cigarro en la mano, le ofreció un tabaco y le dijo que ella le podía dar un posible trabajo...

Un día la puta caminó por la tierra, no volvió a pedir a Dios, y aprendió a vivir como si todos fueran sus hijos, sus hermanos y sus amantes, y el mundo la aceptó como a otro hijo del polvo.






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